martes, 10 de agosto de 2010

CALLE DE LA CRUZ.

Otra mañana más. Revisión del A/A de unas oficinas.
Hacía mucho tiempo que no pasaba por la calle de la Cruz, se me había olvidado el panorama, quizá la última vez llovía o hacía frío; el caso es que estaba animadísima, como toda la zona.
Dejo mis cuatro patas y hago el recorrido andando, envuelto de este tórrido agosto.
Algunos dicen que Madrid tiene mucho de impersonal. Para nada. En un tramo de menos de cien metros, tres hijas de la luna, me abordan y quieren conocerme. Para que luego digan que la gente no se interesa por los demás.
Se me había olvidado que todavía hay cortesanas, nunca mejor dicho que en Madrid, que se parecen más a nuestras madres que a las rumanas y guineanas de la Casa de Campo o la Montera, entre otros.
- Hola, qué tal. Te puedo…
- Estoy bien, gracias.
Más adelante, otra, que te mira con aire de superioridad. Lo es. Aunque puede rondar los cincuenta y con muchos en esta profesión, se siente la reina de la calle, tiene sus motivos.
Termino el curro y me voy a por un montado de algo…, hay gusa.
Aunque me salga más caro; otra vez la crisis, en mi caso ya es algo psicológico; me siento en una terraza de la plaza de Jacinto Benavente, ese premio Nóbel que escribió “Los intereses creados”; a lo mejor, parte de la picaresca de la obra la sacó de aquí. Antes de llegar a la mesa, otra señorita, se la supone, como el valor en la mili, me aborda, también interesándose por mí.
- Gracias, gracias.
Porque es de agradecer que se interesen por uno, verdad.
Ésta se había desprendido de un grupo de cinco, creo que era sudamericana, a los pocos segundos la aborda, por las pintas, un compatriota, pantalón corto, gorra de béisbol, camisa suelta, como un turista más, a lo yankee y le dice algo; por su expresión debían conocerse. Me la juego a que no le daba los buenos días, estoy convencido de que más bien se interesaba por el aspecto pecuniario, y eso que no era uno de los de Hacienda (aunque dicen que lo somos todos, este no, seguro).
Y en medio de esta batalla, y en sentido contrario al de las gaitas escocesas en Waterloo, aquí la música de fondo: “Venecia sin ti”, corría a cargo de un acordeonista, quien, con sus notas, aterciopelaba el ambiente.
Vuelvo la vista a la calle de la Cruz y veo a la ya citada “poderosa” que se va, seguida de un “amigo” mayor que ella. Al rato, después de unos tragos de cerveza, vuelve, sola, a ocupar su sitio, que por eso es suyo, porque lo ocupa y tiene más derecho que Gallardón; todo, al cabo de unos veinte minutos, más o menos; lo que se tarda en lidiar un toro en las Ventas; no sé cuantas orejas cortaría el acompañante, seguro que para el, casi el rabo; para ella, silencio y de vuelta a los toriles, indultado, pa que vuelva.
Oye, si es que se puede discrepar de cualquier cosa, si uno quiere.
El resto, ahí siguen, sin atar una escoba; a ver cómo, algunas hasta con su compañero sentimental, o compañero sin más, al lado.
Mientras, las de la plaza, se mueven, se desplazan a la calle paralela y vuelven; algunas, en su coquetería y porque el asiento de los bolardos es de extremada dureza, optan por el más confortable, de las motos próximas; y las de a pié, se retocan en sus retrovisores. Y todas, entre humo que se va, quitándose la palabra. Las otras, las de la Cruz, como los rinocerontes, que sólo se asocian cuando tienen que intimar, guardan su parcela, delimitada con verja invisible, marcado su territorio, como los lobos, porque la calle les pertenece, quizá se hizo cuando ya estaban allí; por los años, pudiera ser.
Y vuelvo a mi realidad; y a mi espalda, van quedando; también, la calle de la Cruz.

martes, 1 de junio de 2010

Desidia

Aún no me he olvidado de tí, hoy te encuentro de nuevo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

ALHAJA

Tan bonita.
Envuelta en algodón, parece un peluche nativo para el más tierno bebé.
Tan suave, donde el gris invita a la caricia y la piel se queda.
Rabo inquieto y nervioso que todo lo toca y huye.
Piel generosa que llena la mano de infancia.
Carbón en blanco, horadado y silencioso que a todo se acerca.
Orejas corvas, gachas y elefantinas, como sus níveos pilares.
Pero lo mejor, sin duda, su mirada, de miel, transparente y fiel…, alhaja.

lunes, 17 de noviembre de 2008

ALAMEDADOSOULNA

El pasado jueves quedé con un amigo a tomar unas cañas por la zona de Argüelles. Bajando por Princesa, nos tomamos unos pinchos en Lizarrán, recomendable a todo aquel que tenga gusa y no se quiera sentar ante un mantel. Pinchos en pan, exquisitos, variados, fríos y calientes, y una cerveza Estrella Damm, perfecta.

De camino a Plaza de España, pasamos por la puerta de la sala Heineken, daba un concierto un grupo que se llama “Alamedadosoulna”. No era tarde y como no teníamos qué hacer, decidimos entrar a ver quienes eran y de qué iban.

Al parecer era la última actuación de la gira de su disco “Finíssimo”, ¡oye!, la primera vez que lo oía.

Tres cuartos de sala y ocho pavos y dos pavas, perfectamente uniformados en el escenario. Tres guitarras, cinco vientos, un teclado y batería.
No les hacía falta más, ni grandes escenarios, ni grandes montajes de luces, etc. el show lo ponían ellos.
Con una coreografía impecable, sorprendente y llena de humor. Hicieron vibrar y bailar a la sala desde el primer acorde hasta el último, impresionantes.
Sorprendente fue que, en una de las canciones, salieron al escenario doce o catorce figurantes, apiñados en una parte del atiborrado escenario a las órdenes de un coreógrafo con una interpretación magnífica, a pesar que parecía que les habían cogido de la sala.

Canciones con mezcla de soul, reggae y otros, con unas letras graciosísimas e interpretadas por auténticos profesionales, el concierto no bajó de intensidad en ningún momento. ¡Increíble!.

Bueno, pues eso, el próximo, si puedo, no me lo pierdo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿Y EL TUYO?

A raíz del pasado escrito sobre Gala, me ha venido rondando por la cabeza cuál podría ser mi epitafio, en el supuesto que me entierren claro, cosa que no espero, porque tampoco creo en el más allá, ignorante que es uno, pero bueno…, a saber.

Uno se da una vuelta por el cementerio de la Almudena, religioso o civil, San Isidro, etc. y se da cuenta que casi todas las tumbas son iguales, llenas de nombres y fechas, y nada mas; pero hay algunas, muy pocas, que son distintas, te hablan, te hablan los muertos o los vivos; me estoy refiriendo a aquellas que tienen alguna frase escrita, un epitafio, que viene a ser eso, un pensamiento, un deseo, un comunicado…

En Esparta, el epitafio, sólo se concedía a quien moría con honor. Vemos que con el tiempo cambió.
Para otros, es una forma de volver del más allá y seguir aquí, como S. Dalí “Si muero, no moriré del todo” o más claro, como Odysseas Elytis “Escribo para que la muerte no tenga mi última palabra”.

Y a mí la cosa se me complica, porque veo, con asombro, que hay tres o cuatro coleguillas blogueros que, a veces, me visitan, “Disculpe que no me levante, señora” que diría Groucho Marx, pero como tampoco os puedo ofrecer un vino o una cerveza, sólo me queda el recurso, fácil, de proponeros que me digáis cuál sería vuestro epitafio, si esto no os causa mucho “yuyu”.

El mío, podría ser, entre muchos, alguno dirigido a “mi gente”, en general, algo así como: - Con vosotros, siempre. O bien: - A vuestro lado me sentí bien…
Y si tuviera mujer y fuera celoso: - ¡Te veo y, a la mínima, me presento en la pata de la cama!.

Y ahora, para entreteneros un poco, os pongo algunos que son famosillos por diversos motivos:
- “Toda la oscuridad del mundo jamás podrá apagar la luz de una velita” (anónimo, Inglaterra).
- “Ya decía yo que ese médico no valía mucho” (Miguel Mihura).
- “Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando” (anónimo).
- “Por aguantarme un peo aquí me veo” (anónimo, Granada).
- “Falleció por la voluntad de Dios y con la ayuda de un médico imbécil” (anónimo, Minnesota).
- “Aquí yace un valiente, un temible adversario y un hombre de honor, descanse en paz” (el Barón Rojo), un poco vanidoso sí era, me parece.
- Otro, que también lo era, Orson Welles: “No es que yo fuera superior, es que los demás eran inferiores”; y se quedó tan a gusto.
- Espero que esto no lo escribiera su pareja: “Aquí yace Isabelita, que por ser tan buena y no querer, se fue a la otra vida con muy poquito placer” (anónimo, Ávila).
- Y M. Luther King, que tenía un sueño, puso:
“Libre por fin. Libre por fin.
Gracias Dios Todopoderoso.
Soy libre por fin”.
- “Fui amante de la soledad, ahora estamos más unidos que nunca” (Ricardo Omar Chávez García).
- Más rápido que disparando, Jhon Wayne: “Feo, fuerte y formal”.
- En el cementerio de Los Arcos:”Fui lo que eres, serás lo que soy”.
- El político alemán, Willy Brand:”Lo he intentado”.
- “No olvidéis la paz de los muertos” (Nostradamus).
- “Aquí sigue descansando el que nunca trabajó” (P. Melich).
- “Rip, Rip, ¡Hurra!” (Groucho Marx a su suegra), como siempre.
- “Si no viví más, fue porque no me dio tiempo” (Marqués de Sade), seguro que lo puso "empitonao", ya sabes.
- “A Leonor
Antonio” (Antonio Machado en la tumba de Leonor, Soria).
- “Aquí, Leopoldo Fregoli llevó a cabo su última transformación” (Leopoldo Fregoli, transformista).
- “Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga” (J. Sebastian Bach).
- “Aquí yace un estudiante de pluma, letra y labio, que vivió para ser sabio y al final murió ignorante” (desconocido, cementerio de Granada).
- ”Aquí yace mi mujer, fría como siempre” (anónimo), en su pueblo le llamaban Alemani.
- Y el conocido:”Tanta paz lleves como descanso dejes”.
- Con él tabacalera tuvo sus días de gloria: “Por fin dejé de fumar”.
- Y por último, “Eso es todo, amigos” (Mel Blanc, la voz de Bugs Bunny).

¿Y el tuyo?.

viernes, 7 de noviembre de 2008

"MURIÓ VIVO"

Vengo de ver un programa en TVE 1, donde mi admirado Antonio Gala estaba promocionando su último libro “Los papeles de agua”.
Como siempre, nunca me decepciona.
Y es que tiene algo especial, engancha más que Obama cuando habla.
He leído unos cuantos de sus libros, pero ninguno de ellos me atrae tanto, ni me mantiene con tanto interés, como cuando le escucho.
Con casi ochenta años, sigue manteniendo esa frescura, que al menos para mí, ningún otro posee en el diálogo. Rápido, ingenioso, no repetitivo, con ese cordobés “acanariao”, sin estridencia alguna, le sale por la boca, como sin querer, la prosa de sus libros echa verso.
Le he oído muchas veces hablar de sus bastones. Hoy, ha contado la historia, muy bonita, de uno que llevaba, con cabeza de león ¿en marfil?, que perteneció al torero Manolete.

Deyanira Alarcón es la protagonista de su libro, una mujer, no podía ser de otra manera. ¿Quién conoce mejor que él a las mujeres?, su sentir, el amor, el odio, el deseo, la traición, el desengaño…, ¡vamos!, que ni ellas mismas.

Hablando de la muerte, lo tenía claro. Sus antecesores habían muerto de Alzheimer, él también lo sufriría, si no lo tenía ya. Pero no estaba dispuesto a morir de ello,
- Me quito de enmedio, - dice -.
- No puede ser – el periodista -.
- No me pienso morir sin saber lo que pasa y sin sentido.
- Bueno, es célebre su epitafio, cuéntenoslo,
- Pues verá, cuando tenía quince años dije, y lo sigo diciendo, que como epitafio en mi tumba pongan: “Murió vivo”.

jueves, 6 de noviembre de 2008

¡HOLA!

Me asomo a la ventana – ¡hola! –.
- ¡Me han sucedido tantas cosas en quince días, que no sé por dónde empezar!.
- Hasta mañana.